Algunos productores de aceite de oliva virgen extra elaboran aceite no filtrado, también conocido como aceite en rama. La principal diferencia entre aceite filtrado y sin filtrar es que este último contiene micropartículas en suspensión que básicamente son restos de la pulpa de la aceituna, además de cierta cantidad de humedad. Es por esa razón que el aceite sin filtrar presenta diferencias como su característico aspecto turbio.
Pese a todo, es importante señalar que desde el punto de vista organoléptico la calidad del aceite filtrado y sin filtrar es prácticamente la misma. De hecho, la intensidad del aroma y el sabor dependen más de la variedad de la aceituna, el momento de su cosecha y el proceso de producción por el que pasa.
Entre las ventajas del aceite sin filtrar podemos encontrar que el consumidor tiene la garantía de que este producto es fresco y que se ha elaborado en la última campaña de la cosecha de la aceituna. Al no ser sometido a un proceso de filtrado, el aceite no filtrado experimenta una decantación natural entre los 4 y 10 meses desde que es producido. Una vez completado dicho proceso, el aceite sin filtrar adopta la misma apariencia que la de un aceite filtrado.
Por otro lado, la cantidad de agua que se acumula dentro de las micropartículas en suspensión que comentábamos anteriormente también contiene polifenoles adicionales conocidos como “polares”. Al no pasar por el proceso de filtrado, el aceite no solo conserva los polifenoles apolares que se encuentran disueltos en los ácidos grasos, sino que mantiene estos otros polifenoles procedentes del agua vegetal, lo que supone una gran ventaja para la salud.
Sin embargo, todas estas características deben conservarse con mayor cuidado, especialmente si tenemos en cuenta que el tiempo de consumo preferente del aceite no filtrado es más limitado, rondando los seis meses desde que es envasado.
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Más allá de valorar factores atractivos como el color o la densidad, hay que recordar que, tal y como avanzábamos en párrafos anteriores, el aspecto no tiene relación con la calidad que ofrece el aceite no filtrado.
Con todo, cabe señalar también que el proceso de filtrado al que es sometido el aceite de oliva virgen extra es opcional. De esta manera, se eliminan tanto las impurezas como la humedad que pueden haber quedado, otorgándole al aceite de oliva un aspecto más brillante y limpio, además de alargar su vida útil.
Por todo ello, es importante establecer algunas diferencias entre aceite de oliva filtrado y sin filtrar. La primera tiene que ver con la durabilidad y es que el aceite filtrado mantiene intactos sus atributos durante más tiempo, mientras que en el caso del aceite no filtrado esto no se puede garantizar dado que las impurezas que contiene pueden producir fermentaciones que terminen deteriorando la calidad del producto.
Otro detalle a tener en cuenta es la cata, momento en que se pueden apreciar de forma más rápida defectos a nivel organoléptico entre el aceite filtrado y sin filtrar. De esta manera, algunos expertos pueden notar en el aceite no filtrado lo que se conoce como “borras”, un aroma peculiar que proviene de los posos decantados, además de la sensación de tener la boca sucia una vez que se prueba el aceite sin filtrar.
De este modo, y tras valorar las diferencias entre aceite filtrado y sin filtrar, no podemos determinar qué es mejor, si el aceite filtrado o sin filtrar. Todo dependerá del uso que se le vaya a dar, siendo conscientes de que, por ejemplo, no es recomendable usar el aceite sin filtrar para cocinar ya que las micropartículas en suspensión que contiene podrían quemarse y degradar el resto de propiedades, sin olvidar que el tiempo de consumo preferente de este tipo de aceite también es más limitado.
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